En el momento más complicado de nuestra historia familiar, encontramos un libro heredado del abuelo de David.

En sus páginas hablaba de tres grandes temas: la consciencia, la energía y los dones de la infancia.

Ese hallazgo cambió por completo nuestra manera de ver la vida.

Cuando nos convertimos en padres, nuestras hijas, desde los primeros meses, nos mostraron una sensibilidad energética y emocional diferente, que no sabíamos cómo acompañar.

Comenzamos a meditar con ellas, a darles herramientas emocionales, sugestiones, creencias y hábitos conscientes que pudieran sostener esa sensibilidad.

Poco a poco nos dimos cuenta de que estaban despertando habilidades intuitivas que no podíamos explicar.

Ese fue el impulso para formarnos con distintos maestros alrededor del mundo en mindfulness, coaching transpersonal, dones intuitivos, técnicas para expandir la percepción sutil y la coherencia energética.

El resultado fue sorprendente…

Empezamos a integrar lo físico, mental, emocional y energético en nuestra vida familiar.

Reconectamos con los dones de nuestra infancia, y abrimos nuestros propios canales de intuición.

Al mismo tiempo, comenzamos a entrenar junto a nuestras hijas la visión mental, sus canales intuitivos y su confianza interior.
 

Entrenamos en casa y activamos a nuestra hija mayor a sus 5 años la visión mental, también llamada visión extraocular:

La capacidad de percibir el entorno físico sin necesidad de usar los ojos, facilitando la reconexión con la consciencia y la sabiduría interior.

Comenzamos a explorar diferentes técnicas de percepción sutil, tanto energéticas como mentales.

Ejercicios simples, como intentar ver objetos dentro de cajas negras cerradas o interpretar información más allá del campo óptico convencional, se convirtieron en nuestro laboratorio familiar.

Pronto descubrimos algo maravilloso: cuando practicábamos juntos, el proceso se multiplicaba por diez. El secreto estaba en el anclaje emocional y en la energía que fluía entre padres e hijos. 

En uno de esos entrenamientos, nuestra hija Luciana logró un resultado sorprendente: acertó 24 de 25 cartas usando solo su mente. La probabilidad de hacerlo es de 1 entre 300 millones. 

Esta experiencia nos mostró algo profundo:

La intuición y la percepción expandida no son dones reservados para unos pocos, sino habilidades naturales que todos podemos despertar. 

Cuando activamos nuestros canales intuitivos, contamos con un paso a paso claro, con las sugestiones adecuadas y con los ejercicios correctos, logramos ir mucho más allá de lo evidente:

• No solo podemos ver con nuestra mente.
• No solo podemos percibir con nuestra energía. 
• También podemos sentir y percibir a través de nuestra piel, como ocurre con la visión dermóptica.

Tras el trabajo individual que habíamos realizado, y guiados por la intuición y la visión mental como brújula, decidimos, como pareja, dar un paso más:

Comenzar a crear nuevos códigos familiares y energéticos capaces de transformar nuestras creencias, sugestiones y patrones de vida

Diseñamos un camino personal más consciente y, al mismo tiempo, nos alineamos como familia para perseguir nuestros sueños conjuntos.

Hace 4 años dimos un salto cuántico:

Dejamos atrás nuestra vida en Colombia para volver a empezar desde la coherencia y conexión interna para construir un legado de amor y propósito para las próximas generaciones

Y por esto que ahora...